12 septiembre 2012


El concepto de barbarie fue solicitado en múltiples ocasiones para juzgar las paradojas de la historia. Se lo usó para visualizar lo extraño o lo extranjero, aun cuando fuese portador de virtudes que no encajaban en la mochila de los vencedores. Ahora, como un envío de los tantos sacrificados por culturas políticas que cometieron el profundo error de sentirse superiores solamente por gozar del imperio de la fuerza, surge de los horizontes latinoamericanos un dictamen que viene de lejos y se escucha de múltiples maneras: la lucha contra la barbarie implica revisar historias, construir conceptos nuevos que en la maraña de horas de violencia que vive el mundo, rescate nociones arcaicas de libertad creadora con los lenguajes de una modernidad de los pueblos, que muestre que no cortar el hilo de la memoria es lo más avanzado que pueda ejercerse en materia de liberaciones políticas, intelectuales y artísticas. (Carta Abierta 12)