06 septiembre 2012
En el fondo, el consenso es la ideología de masas de las llamadas sociedades de consumo, que son el estado provisional de las democracias occidentales. Su función es garantizar la adhesión general a esa democracia, dando al cuerpo social la ilusión de que representa su pensamiento. El consenso tiende, así, a ocupar el espacio de la cultura, siendo que sólo es uno de los avatares del señuelo con el que el poder económico censura al pensamiento en una democracia donde la res publica –la cosa pública− sólo tiene que ver con la política de un modo ficticio, pues, como se volvió publicitaria, la “cosa” dejó de ser pública y sólo depende del manejo de los medios de comunicación. Hoy día, como siempre, la confiscación de la actividad mental al servicio de una servil adhesión al orden imperante sigue siendo la garantía más sólida de la preservación de ese orden. (Bernard Noël)