Palabra que se
consume al respirar, nombrar sus imposibles, huesos que ardieron para darle
sombra, paladar acabado en sus salivas, lo que fue cuerpo y se calcina para que
empiece el horizonte. El verso cava la poesía y, alrededor del mundo, el limoso
atardecer es un bosque de sangre. ¿O pasos de la muerte asustada? Ya no hay
ciudades de refugio, Cedes, Arama, Asor tienen la frente sudorosa, huyeron sus
alondras a los palos del sol. Ya todo es nacimiento. (
Juan Gelman)