17 septiembre 2012


Palabra que se consume al respirar, nombrar sus imposibles, huesos que ardieron para darle sombra, paladar acabado en sus salivas, lo que fue cuerpo y se calcina para que empiece el horizonte. El verso cava la poesía y, alrededor del mundo, el limoso atardecer es un bosque de sangre. ¿O pasos de la muerte asustada? Ya no hay ciudades de refugio, Cedes, Arama, Asor tienen la frente sudorosa, huyeron sus alondras a los palos del sol. Ya todo es nacimiento. (Juan Gelman)