06 diciembre 2012


Hay una recolocación del Estado que reasume sus competencias para devolverle a las sociedades un nuevo pluralismo social. ¿Cómo así? ¿No es una crítica habitual decir que la bipartición de la opinión colectiva es un rasgo autoritario de estos gobiernos, más allá de sus diferencias? Es que el pluralismo que reinaba en nuestros países, que suele mimetizarse con una fácil apelación republicana entendida como mero intercambio de prestaciones de consumo, pone sobre el Estado la regencia de otro estado de tutoría aparentemente neutral. Se trata del complejo comunicacional-multimedial que genera un ideal ciudadano basado en las pulsaciones del viejo individualismo posesivo, transfigurado ahora en cotizaciones de conciencias cercadas por pánicos mercantilizados. Se trata del republicanismo mediático, adverso al republicanismo social. Hay pluralismos que inmunizan a los grandes poderes mundiales de cualquier incómoda irrupción social. Pero los pluralismos inmunizatorios de lo popular no constituyen pluralismo, sino que conforman una homogeneidad compulsiva con fachada pluralista. (Horacio González)