Ahora que fuimos expulsados,/ gracias a Dios, del Paraíso,/ se largó a llover/ un agua débil que se alarga/ en redes de grisura y música. (Lo espeso real)
31 agosto 2006
30 agosto 2006
29 agosto 2006
28 agosto 2006
27 agosto 2006
26 agosto 2006
25 agosto 2006
Diremos que buscamos una casa/ (ése sería el único indicio), miraremos a hurtadillas/ la visión que buscamos y seguiremos/ como extraños que ignoraron,/ su camino hacia otra parte,/ y que no saben por qué, en este siglo/ no pueden detenerse. (Stephen Dunn)
23 agosto 2006
21 agosto 2006
“Estoy sentado al borde de la carretera,/ y el conductor cambia la rueda./ No me gusta el lugar de donde vengo./ No me gusta el lugar a donde voy./ ¿Por qué miro entonces el cambio de rueda/ con impaciencia?” (Brecht)
20 agosto 2006
¿No será eso, tal vez, la poesía? Eso que se produce al aceptar cosas -frases, imágenes, objetos, palabras- que no sabemos bien qué son o qué hacen ahí, por el solo hecho de que algo al parecer son. Recibirlas con respeto por el solo hecho de que alguna racha del destino las puso ahí, y algo significan, no importa establecer qué ni para qué: están, configuran o proponen algo, merecen que se las atienda. Algo siente uno que pasa con ellas, y con sentir eso basta.
Koktebel, de Boris Khlebnikov y Alexei Popogrebsky. El cine como arte del escamoteo, de la omisión. La experiencia de mirar cine como un arte del dejar que sea. La sensación permanente, y que termina por volverse agradable, de no saber, de reconocer que no se sabe y tal vez nunca se sepa. Enfrentarse al hecho de no saber bien qué está ocurriendo en ese rectángulo donde las personas o las cosas se mueven o permanecen quietas en una ajenidad inaccesible, o qué es eso que ve (que bien podría ser, y a veces efectivamente es, otra cosa): uno entra de verdad en la propuesta, en lo mejor que tiene para ofrecer la propuesta, en el momento en que acepta no saber. En el momento en que, simplemente, acepta. Y uno descubre entonces que entre ver y saber qué se ve no hay una relación necesaria, que se puede ver aunque no se sepa (y hasta quizá ver mejor), y que saber no es una condición para habitar bien el mundo. La libertad o disponibilidad que da descubrir que no hace falta saber. Por lo menos no siempre, no tanto como solemos creer.
19 agosto 2006
No hay nazismo sin miedo. Difícilmente un nazismo encuentre arraigo en las almas si no le prepara el terreno algún tipo de inseguridad básica: “vos podés ser la siguiente víctima”.
18 agosto 2006
17 agosto 2006
Entre todos los infortunados hay una criatura notable por su desgracia. Se trata de quien ha perdido su derecho a la expresión, quien ha cultivado entonaciones artificiosas, quien ha enseñado muecas a su rostro, como un mono domesticado y ha distorsionado o arruinado en todos los aspectos su manera de comunicarse con los otros hombres. El cuerpo es una casa con muchas ventanas; todos nos sentamos junto a ellas mostrándonos y gritando a los transeúntes que entren y nos amen. Pero este amigo ha puesto en sus ventanas un vidrio opaco, elegantemente coloreado. Su casa puede ser admirada por su diseño, la multitud puede pararse ante la puerta de cristal, pero mientras tanto el desdichado propietario debe estar consumiéndose adentro sin consuelo, irremediablemente solo. (Stevenson)
16 agosto 2006
Están los homos y los héteros, están las mujeres y los hombres, están los buenos y los malos, los del primer mundo y los del tercero, los explotadores y los explotados. Y, entre tantas maneras de repartir a la especie humana en dos franjas, también está la que la divide entre quienes prefieren los gatos a los perros y quienes preferieren los perros a los gatos. Los del bando de los perros somos hipócritas, violentos, sensibleros, gregarios, impacientes, fieles, inmaduros, autoritarios, torpes, plebeyos, inoportunos, incapaces de ver en la oscuridad, de caer bien parados y de mirar el mundo desde la impasible superioridad de un dios egipcio.
14 agosto 2006
12 agosto 2006
La verdad es que, cuando los libros se conciben con gran empeño, con un espíritu de un poder multiplicado, calentado y electrificado nueve veces por el esfuerzo, nuestro ser participa de una comprensión tan amplia que, aunque el propósito principal sea trivial o basto, no puede dejar de expesarse con cierta verdad y belleza. De la fuerza proviene cierta dulzura, pero algo enfermizo realizado pobremente sigue siendo enfermizo del principio al fin. Por lo tanto, no puede haber estímulos para escritores resignados, de contextura débil. Deben tomar a conciencia su actividad o si no avergonzarse de practicarla. (Stevenson)
11 agosto 2006
La banalidad del mal, o el mal de la banalidad. "Ana, yo trabajo con árabes y drusos, ellos respetan a los fuertes, si te mostrás débil, te pasan por encima."
10 agosto 2006
09 agosto 2006
Como moscardones zumbones sobre la fruta, como lauchitas en la cocina. Pero lo que los empuja a entrometerse y molestar no es falta de alimento sino de existencia visible: la posibilidad de que no se les preste atención les aterra, entonces chillan, insultan, provocan, patalean, no dejan ver u oir otra cosa que su propia vacua desesperación, cargan de fastidio y banalidad todo.
08 agosto 2006
Hay un contraste sorprendente entre la representación ilimitada del poderío y el vacío cada vez más evidente de su contenido. Una vez desencadenada la destrucción de Irak –como Estado, como país, como pueblo–, es útil preguntar: ¿en nombre de qué? (…) Sí, ¿en nombre de qué? ¿Qué proponen al mundo los EE.UU.? Su incapacidad para crear nuevos valores o para trasvalorar los antiguos (como habría dicho Nietzsche) es patente. El Bien de Bush designa el vacío violento del conservadurismo. (…) Tal es el desastre en curso de lo ilimitado: es como el falso infinito, del que sólo existe la envoltura de poder./ El poderío como vacío de la Idea: ése es el principio de los estragos por venir./ ¿Cuál será, de aquí en más, la principal tarea del pensamiento y de la acción? Digamos que consiste en producir una separación respecto del poder ilimitado. (Alain Badiou)
06 agosto 2006
La posmodernidad, recuerdan, fue aquel tiempo en el que se descubrió que no había que creer en las palabras, todas eran huecas, con todas se podía ironizar, todas eran falsas y llenas de dobles sentidos y absurdas. La posmodernidad ha muerto aunque nos enseñó algo útil: las palabras por sí solas no significan. Las palabras sólo significan en acto. Se pedirán acciones. Se querrá ver cuáles son las acciones de quien usa las palabras. (Nuris)
Son las 2:40 am en Beirut y todavía hay electricidad./ Los buitres merodean por encima de nosotros./ Voy a tratar de dormir./ Buenas noches./ Más dibujos, palabras y bombas mañana. (Mazen Kerbaj)
05 agosto 2006
Volver a empezar. No es para tanto. Te ayudaré. Recoge los granos de maíz. Los cantos rodados. Las cartas, aquel pañuelo rojo, la hoja del diario atrasado donde se ofrece un empleo, un poco de arena o de tierra, la cuenta del hotel y la maleta desfondada. Te has quedado mucho tiempo de pie, sin tocar el timbre. Eso es todo. (Bayley)
04 agosto 2006
Todo discurso nazi ve ante sí a un “ellos” que, si no se lo aniquila, va a arrasar con "nosotros", porque está en sus genes o en su condición. Todo discurso nazi dibuja un “otro” en el que pone su propia incapacidad de escuchar y considerar. El “enemigo otro” que dibujan los nazismos es siempre esencial: su razón de estar en el mundo es ser “nuestro enemigo” antes que nada y por encima de todo.
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