Después de todo,
¿para qué leernos?/ La musiquilla de las pobres esferas/ suena por donde sopla
el viento amargo/ que nos devuelve, poco a poco, a la tierra,/ el mismo que nos
puso un día en pie/ pero bien al alcance de la huesa./ Y en ningún caso en lo
alto del coro,/ Bizancio fue: no hay vuelta.// Puede que sea cosa de ir
pensando/ en escuchar la musiquilla eterna. (
Enrique Lihn)