15 enero 2013


Tú no indagues, Leucónoe −vedado está saberlo−/ qué fin habrán de darnos a ti y a mí los dioses, / ni consultes los números babilonios. Mejor/ aceptar lo que viene, sean muchos inviernos/ o éste el último en que Júpiter nos concede/ ver cómo el mar Tirreno gasta las tercas rocas./ Sé sabia, sirve el vino y ajusta a un breve espacio/ las largas esperanzas. Mientras hablamos huye/ la edad: ¡goza este día! Nada cierto hay mañana. (Horacio)