06 enero 2013


El arte, más allá de las dificultades para definirlo, tiene tal vez como una de sus funciones ponernos en estado de interpretación permanente, tal como plantea Walter Benjamin cuando se refiere a las narraciones en ese texto maravilloso que es el que dedica a Nikolai Leskov. Interpretación permanente que es tal vez la mejor manera de no terminar de llegar a ninguna parte, como en las historias de Kafka. Siempre hay un núcleo que no termina de develarse y ese juego de descubrimiento permanentemente provisorio y precario es una situación que mezcla el placer con la amenaza de decepción. Muchas de las historias de Henry James plantean ese doble juego. Las cosas nunca terminan de saberse, eso las vuelve atractivas pero decepcionantes. A veces, como plantea Peter Handke no nos queda otra alternativa que aceptar al cansancio como un estado inevitable, antes de ponernos en marcha. (Marcos Mayer)