28 abril 2013


Al final de su vida, el filósofo Michel de Montaigne (1533-1592) insertó una pregunta en un ensayo que había escrito muchos años antes: “Cuando juego con mi gata, ¿cómo sé que no es ella la que juega conmigo?”. La pregunta resume la convicción que Montaigne tenía desde mucho tiempo atrás: nunca podemos sumergirnos realmente en la vida de los otros, ya se trate de gatos o de seres humanos. La gata de Montaigne puede servir como símbolo del tipo exigente de cooperación que exploro en este libro, Juntos. La premisa que sostengo sobre la cooperación es que con frecuencia no entendemos lo que pasa en el corazón y la mente de las personas con las que tenemos que trabajar. Sin embargo, de la misma forma que Montaigne seguía jugando con su enigmática gata, la ausencia de comprensión mutua no debería llevarnos a eludir el compromiso con los demás. Queremos hacer algo juntos: he aquí la simple conclusión a la que aspiro que llegue el lector de este complejo estudio. (Richard Sennet)