La ira, oh Ligurio, quema el entendimiento, mas no
lo alumbra; y la paciencia, que obliga a los buenos, anima a los malos. Por eso
conviene tenerlas entrambas o a ninguna, que la ira sufrida sabe ser virtud y
la paciencia enojada deja de ser vicio. (
Francisco de Quevedo y Villegas)