04 mayo 2013


Nuestro yo —escribe Montaigne en un ensayo sobre la vanidad— es un objeto lleno de insatisfacción, en el que no encontramos otra cosa que desgracia y vanidad.” Sin embargo, no es un consuelo embarcarse en la angustiada lucha luterana contra uno mismo: “Para no desanimarnos, la naturaleza ha empujado, muy oportunamente, nuestra mirada hacia fuera”. La curiosidad puede “animarnos” a mirar más allá de nosotros mismos. Mirar hacia fuera contribuye más a crear un vínculo social que el imaginar a los demás como reflejo de nosotros mismos o concebir la sociedad como una habitación de espejos. Sin embargo, mirar hacia fuera es una habilidad que hay que aprender. (Richard Sennett)