¿Puede uno en serio aspirar a ser bien leído? Aspirar puede siempre, pero difícilmente va uno a conseguirlo, entre otras cosas porque la buena lectura no existe. Saberlo y tenerlo en cuenta, sin embargo, no implica que cualquier lectura valga. Donde hay un texto hay un sistema de límites a la omnipotencia del lector, de restricciones a sus posibilidades, de reclamos.
30 septiembre 2006
¿Puede uno en serio aspirar a ser bien leído? Aspirar puede siempre, pero difícilmente va uno a conseguirlo, entre otras cosas porque la buena lectura no existe. Saberlo y tenerlo en cuenta, sin embargo, no implica que cualquier lectura valga. Donde hay un texto hay un sistema de límites a la omnipotencia del lector, de restricciones a sus posibilidades, de reclamos.
29 septiembre 2006
Ni contra las religiones ni contra las causas. No al menos contra las religiones y las causas per se, sino contra lo que ocurre cuando funcionan como protección o como instrumento para recubrir o compensar nuestras insuficiencias, reales o posibles, para ignorar el desamparo al que somos arrojados desde que empezamos a hacer sombra bajo el sol.
28 septiembre 2006
27 septiembre 2006
Esos que hacen de la literatura una causa, o de la poesía una religión (algo “superior” que hay que preservar y defender, algo “más importante” que justifica los actos que uno lleva a cabo en su nombre y le permite a uno sentirse particularmente digno, en el buen camino y aunque sea un poco por encima del nivel general). ¿Les importa de verdad la poesía y/o la literatura, o lo que les importa es tener una religión y/o una causa, sobre todo después de que otras religiones y/o causas mostraron que las posibilidades que ofrecen de resguardarse o sostenerse en ellas no dan para mucho más?
26 septiembre 2006
24 septiembre 2006
Godard: Nuestra música. Floja, burguesa, superficial, aunque impresionante, su manera de entender la guerra, como si la guerra fuera eso, “la guerra”, una cuestión general y abstracta, como si fuera una causa y no un efecto o un síntoma o un medio, como si las guerras nacieran de la nada. El pensamiento de Godard pierde filo, se olvida de su vieja pretensión de remover hasta el hueso. Pero es Godard, carajo, es Godard así y todo, y después de ver un Godard la cabeza no vuelve a ser la de antes: el gran friso escéptico del desolador final de todo, y frente a él, y en él, la reafirmación de la voluntad de persistir. Básica voluntad de persistir, casi animal, pero de persistir, incluso en el uso de las palabras y el ejercicio de la interrogación, además del elemental acto irrefutable de irrumpir con el cuerpo en la escena, ese cuerpo que con simplemente avanzar por la calle dice y repite “estoy acá y estoy vivo”. No nos van a deshacer, aunque todo se deshaga, como está deshaciéndose, vamos a seguir respirando y moviéndonos, ocupando un lugar en el espacio. Y sobre todo, y lo más importante: un Godard que mira el vacío y la destrucción, nos lo pone ante los ojos, porque supone que así y todo hay cosas que tienen que importarnos, que el cine y las artes no están ni deben estar nada más que para laurearnos con un lugar bien enmarcado en el campo de “los que saben y/o entienden” o para masajearnos la autoestima con muestras de aprobación a nuestra capacidad de mantenernos por encima de la percepción y los gustos generales. Cine como estilete y como movida de piso, sí, trabajo para el espíritu. Y una estética a la que me empieza a parecer que debo más de lo que creía: la belleza de lo que existe sin permiso, de lo que habla de por sí, pero que también habla de otro modo y "dice" otras cosas al ser recortado e incluido en una serie, de una determinada manera, la lengua naciente de lo que al ser captado, recolocado y expuesto, empieza a jugar otro juego. Godard como gran recolector de trozos de sentido que dispone en un patchwork para que nos ejercitemos en el arte supremo de mirar y sentir, a la vez que el pensamiento se pregunta todo el tiempo qué hacer con eso que, sin saber qué es, se nos mueve en el alma. Y sin que realmente importe qué es: algo se estuvo moviendo, la continuidad se rompió, algo quitó las piezas del lugar que ocupaban en el tablero y un poco es como si el juego empezara de nuevo, y ya no fuera exactamente el mismo juego, y en cierto modo no lo es. ¿El paraíso? Un rincón semisalvaje, junto a las aguas agitadas de un lago, donde una mujer y un hombre comparten una fruta (¿una manzana?), custodiados o vigilados por marines yankis.
23 septiembre 2006
El arte es voluntad de forma, es necesidad de forma (incluida, claro, la literatura), pero también lo contrario: es atentado contra la forma, provocación a la necesidad de forma, su desacreditación permanente. No puede haber arte si no se da alguna irrupción de lo informe, lo imprevisible, lo inmanejable. Lo que no podemos reconocer, lo que nos sobrepasa. Pero sin vocación de forma no es arte (forma, conformación, organización, estructura, llámenlo como lo llamen): lo que no “dice” nada porque está absolutamente afuera de cualquier código no es arte. Voluntad de forma y eclosión de lo informe: arte es las dos cosas a la vez. Dos apetencias o dos fuerzas que se necesitan, no para controlarse mutuamente ni para equilibrarse o contrapesarse, sino para que algo se mueva y “respire”, para que algo pueda significar.
21 septiembre 2006
El arte no ha sido cooptado por la cultura hace “ya largo tiempo”. Lo ha sido desde siempre. El arte no tiene otra posibilidad, por lo menos si se hace público (no sabemos lo que sucede con aquellas obras de arte que el artista ha decidido no dar a la luz). Se trate del estado primitivo, del imperial, el burgués o el capitalista, siempre el poder se reapropia de los “bienes” que aumentan su poderío. Sucede que tendemos a considerar, con bastante liviandad, que el hecho es relativamente reciente y uno de los males que nos toca vivir frente a un illo tempore donde todo habría sido menos mercantil y utilitario. Sin embargo, el arte sólo puede ocurrir en el riesgo del paso más allá, fuera de todo, casi al borde de la inexistencia, aunque luego, en el juego diario, pierda parte de su imposibilidad esencial. (…) A la economía política lo que es de la economía política. al arte lo que es del arte. (Luis González Bruno)
20 septiembre 2006
19 septiembre 2006
No es cierto que la literatura, eso que uno quiere llamar “literatura” (y que bien puede llamarse, a lo Barthes, “escritura”, o, más sencillamente, “poesía”), esté escrita para no ser leída, para perderse, para el equívoco. Mejor dicho, lo está, pero ese es un aspecto de la cuestión, no mucho más que un costado, tal vez el más inmediatamente verificable. Si por el hecho de ser literario un texto está destinado al equívoco, a la ilegibilidad, a la volatilidad, al efecto no querido, nada de eso podría ocurrir si no estuviera escrito ante todo para “alguien”. Un alguien que está más allá de los lectores particulares a los que ese texto va a llegar y de las lecturas particulares que va a recibir, más o menos convergentes o divergentes o caprichosas (quién puede saberlo). Alguien hay para quien se escribe y que sabe más que esos lectores y esas lecturas, y que el autor, y que la teoría literaria y la crítica. Llámenlo “Dios”, “la posteridad” o “el saber de la especie”, no importa el nombre que le den.
17 septiembre 2006
Nos hemos olvidado de que sólo la palabra/ Brillaba radiante sobre la tierra atribulada,/ Y que en el evangelio de San Juan/ Está escrito que el verbo es Dios./ Pero hemos circunscrito su alcance/ A los angostos límites de este mundo,/ Y como las abejas muertas en una colmena vacía/ Las palabras muertas exhalan un olor nauseabundo. (Nikolai Gumiliov)
15 septiembre 2006
Hablar de lencería no es un acto de nostalgia, como tampoco lo es referirse al hechizo del mundo para mitigar su hostilidad. El par intimidad-seducción decae, aún y cuando las condiciones que impulsaron esta manera de vivir han variado poco. Perder la intimidad y simplificar la seducción son una merma para la civilización. (Daniela Gutiérrez)
14 septiembre 2006
13 septiembre 2006
12 septiembre 2006
Entre la forma de la justicia y la justicia, cuando la brecha crece hasta amenazar con algún tipo de eclosión, los adalides de la abstracción republicana siempre saben por qué optar. No es que sean formalistas, es que le temen a la imprevisibilidad oscura de lo informe, a la imprevisibilidad en general. Y a lo informe, claro. O, más bien a lo que no tiene una forma fácil de reconocer (¿de dominar?).
11 septiembre 2006
10 septiembre 2006
Ni el pan de la razón ni el pan de la locura/ ni el pensamiento sólido ni el pensamiento líquido/ saben tanto del hombre como el cráneo nublado/ por el aburrimiento./ (…) El vidente que guarda la muerte en sus pupilas,/ todo lo ve más claro bajo el aburrimiento./ Por eso ve detrás de los rostros la nada,/ como si fuera un adivino.// Si los huesos terminan en trigo o en carbón,/ el pensamiento en cambio se nutre del hastío./ La carrera es difícil. Corramos hasta el fin/ para saber qué pasa. (Gonzalo Rojas)
09 septiembre 2006
Guerra a las estrategias discursivas que recurren a la sucia contaminación metonímica para imponer algo. Si A está cerca de B, y B cerca de C, A, B y C son lo mismo. Si X tiene algo que ver con Z, corresponde considerarlo igual que a Z, y si Z se opone a W en algún aspecto, Z y X aparecen opuestos a W en todo. Hay un desprecio radical a la inteligencia en esa operación, un aprovechamiento de algunos de los aspectos más burdos de nuestra subjetividad. Como si no fuéramos capaces de atender a lo singular de cada fenómeno, cada persona, cada texto, a sus facetas y sus contradicciones, sin por eso ignorar sus vínculos, sus parentescos, su ubicación en una determinada estructura o en un determinado juego de intereses. Somos bien capaces, pero los fulleros del discurso hacen todo lo que pueden para evitarlo, para que nos conformemos con asociaciones inmediatas, fútiles, fáciles de manipular como los perros de Pavlov.
08 septiembre 2006
“Como en un barco en medio de la tormenta”, le dije. No hay calma alguna y es inútil esperarla, es tonto: esta es la situación. Consecuencias de haber al fin zarpado, de no quedarse uno en la costa mirando cómo se van achicando los cascos a lo lejos y soñando con arrecifes, huracanes, playas de arena blanca, repentinos saltos de peces voladores a la luz morada del anochecer.
Durante un largo tiempo, el campo del arte estaba minado de dificultades y de oposiciones a las novedades. En el contexto liberal actual, la creación artística representa exactamente lo contrario: todo debe ser nuevo, sexual, pornográfico… El imperio ya no censura nada. Creo que esta posición finalmente es contraproducente con la creación misma. La creación es también la creación de un nuevo estilo y de nuevas reglas pero no es pura libertad, porque la libertad absoluta es nada de hecho. Las nuevas formas son siempre también la posibilidad de hacer algo. Estoy de acuerdo en este punto con Lacan. Hay una conexión entre lo real de un lado, y lo imposible del otro. Si todo es posible, no hay un arte real. Esto es un riesgo para la forma del arte de hoy. Tenemos que decir que en nuestros experimentos creativos debemos crear nuevas formas, lo que significa nuevos reales artísticos, nuevas imposibilidades. La regla que grita que todo es posible y que somos completamente libres es finalmente la destrucción del arte mismo. (Badiou)
07 septiembre 2006
06 septiembre 2006
Acá, en este paisaje/ donde todo fue escrito,/ ¿qué hace igual señas? ¿Qué murmura? ¿Qué al aire/ desguarnecido del comienzo, o del fin? No hay,/ dijo el guardián antes de disparar, un por qué, y es verdad./ Igual que pétalos en una oscura rama, hay rostros/ que el tiempo arrastra, como arrastra las hojas/ desprendidas del plátano. ¿El eterno ciclo? Sí,/ pero no para vos, no en este ahora ni acá. (En la resaca)
Agua salobre, ni dulce ni salada,/ más bien salada y dulce./ Es lo que pasa cuando los ríos/ de la guerra y la paz/ confluyen en una única charca,/ en una única estancación de vida/ infestada de muerte,/ en una efervescencia de muerte/ contaminada de vida. (Valerio Magrelli)
05 septiembre 2006
Nuestro lenguaje, fabricado para la acción bajamente utilitaria, empapado de egoísmo y de lógica, es poco apropiado para traducir lo real. Por eso el misticismo se reduce a una experimentación interna, de seguro la única positiva, pero casi siempre inefable. Además, si bien la totalidad de los hombres están en contacto material con lo que les rodea, son muy raros los que estuvieron, siquiera un instante, consigo mismos. Nos ignoramos; el universo nos ha sido inútil. (Barret)
04 septiembre 2006
Tal como viene usándose, la palabra “utopía” cumple ante todo la función de un mantra para estar bien con uno mismo (solazarse en la contemplación de la propia belleza de alma) y de paso desentenderse del sufrimiento concreto de aquellos a cuyo hambre concreto y a cuyas urgentes necesidades concretas no los resuelven ni alivian los grandes principios ni los ideales de redención, por más necesarios y admirables que puedan ser.
03 septiembre 2006
Lo que tenemos de más animal, lo que, malestar de la cultura mediante, debimos someter a la ley (a la palabra, al pensamiento): la necesidad de dominar al otro, o la aversión hacia lo desconocido, o, y especialmente, el miedo. Una política que apela a los componentes más animales de nuestra subjetividad es una política fascista. Si suena arbitrario o desmesurado ese nombre, “fascista”, qué nombre le corresponde, o, en todo caso, tenga el nombre que tenga esa política, no queda otra que desarticularla, mostrar cómo funciona, hacer lo que se pueda para no empantanarnos en el orden impiadoso de la naturaleza.
02 septiembre 2006
01 septiembre 2006
No es lo difícil comunicar con Marte, sino con el prójimo. Queda la palabra, las pobres palabras manoseadas por todos los siglos, prostituidas a todos los usos, las palabras apagadas y marchitas, las que cualquiera comprende y no son de nadie. Sirven para las almas parches, que porque retumban se figuran que existen. Existir es un secreto. Pensar es amordazarse. (Rafael Barret)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)