23 septiembre 2006


El arte es voluntad de forma, es necesidad de forma (incluida, claro, la literatura), pero también lo contrario: es atentado contra la forma, provocación a la necesidad de forma, su desacreditación permanente. No puede haber arte si no se da alguna irrupción de lo informe, lo imprevisible, lo inmanejable. Lo que no podemos reconocer, lo que nos sobrepasa. Pero sin vocación de forma no es arte (forma, conformación, organización, estructura, llámenlo como lo llamen): lo que no “dice” nada porque está absolutamente afuera de cualquier código no es arte. Voluntad de forma y eclosión de lo informe: arte es las dos cosas a la vez. Dos apetencias o dos fuerzas que se necesitan, no para controlarse mutuamente ni para equilibrarse o contrapesarse, sino para que algo se mueva y “respire”, para que algo pueda significar.