08 septiembre 2006


“Como en un barco en medio de la tormenta”, le dije. No hay calma alguna y es inútil esperarla, es tonto: esta es la situación. Consecuencias de haber al fin zarpado, de no quedarse uno en la costa mirando cómo se van achicando los cascos a lo lejos y soñando con arrecifes, huracanes, playas de arena blanca, repentinos saltos de peces voladores a la luz morada del anochecer.