22 febrero 2007


La taza. Lucía la taza/ allá, en lo alto,/ entre mis dedos/ su hermosura;/ barro moldeado,/ barro esmaltado/ –joya del fuego–/ que al percutirla/ dio su respuesta.// –Yo la escuché.// Sí, su materia/ dio su sonido,/ la clara nota/ de un canto puro,/ exacto, breve,/ y ese sonido/ –su resonancia–/ en el silencio/ se fue expandiendo.// –Yo la escuché.// Cuando mi mano/ dejó caerla,/ rota, porfiaba/ sobrevivirse/ en los añicos/ de aquel sonido/ de su arte bello.// –Yo la escuché. (Leónidas Lamborghini)