“Sólo lo eterno, lo que nunca dejó de ser, será otra vez revelado, y la fuente homérica volverá a fluir”. (Antonio Machado)
30 mayo 2007
29 mayo 2007
Si hablamos de ese veredicto ideal que todo poeta espera ver surgir, como una resonancia íntima de su obra, bueno, digamos que desearía uno similar al que algún día yo emití sobre Wallace Stevens: dije que era un poeta que aprovechó todos los recursos que la inteligencia y la sensibilidad pusieron a su alcance para expresar una verdad objetiva esencial y los movimientos sucesivos en la búsqueda de esa verdad. (Girri)
28 mayo 2007
Tengo que confesar que hay en mí una seria tendencia a creer en la irrealidad del mundo. No intento polemizar sobre esto, lo admito como una resolución secreta, mágica por incógnita. Es obvio, creo que mi poesía no persigue un hecho estético. En todo caso, lo estético se da por añadidura. La única verdad para mí –y creo que esta evidencia daría esos acordes repetidos que, según dicen, vertebran mi poesía– es que cada apariencia se diluye y se completa en el verbo porque el verbo es el único asidero para que la “real realidad” exista. (Girri)
27 mayo 2007
No creo que se pueda sostener que el arte de Giotto, para citar a alguien, no tenga relación con el espíritu franciscano. Lo mismo en cuanto a la ciencia, no pienso que se pueda considerar indiferente el hecho de que Galileo fuera platónico. De manera general, no pienso que un hombre de primera magnitud acepte una concepción de la vida humana, del bien, etc., desde afuera, por casualidad (aun cuando pueda aceptar así un rótulo), ni que en un hombre así ninguna forma de actividad deje de estar en relaciones estrechas con todas las demás. El misterio del gran arte, precisamente, es que la doctrina del artista pasa a sus manos. Poco importa que al mismo tiempo pueda o no expresarla en palabras. (Simone Weil)
26 mayo 2007
Tu tesis de que la doctrina de un artista no tiene efectos sobre su arte no me parece sostenible. Que tenga enfrente y en sus manos problemas que exigen una atención exclusiva de su parte, de acuerdo. Pero esos problemas que se tienen ante la vista y se tocan, pienso que dependen de su concepción del mundo y de la vida humana. Lo cual no se aplica, por cierto, sino a quienes son de primera magnitud. En cuanto a mí, los otros no me interesan. (Simone Weil)
22 mayo 2007
Que maneje fuerzas que lo arrebaten, que parezcan que van a destruirlo. Que se apodere de este reto y disuelva la resistencia. Que destruya el lenguaje y que cree el lenguaje. Que durante el día no tenga pasado y por la noche sea milenario. Que le guste la granada, que nunca ha probado, y que le guste la guayaba que prueba todos los días. Que se acerque a las cosas por apetito y que se aleje por repugnancia. (Lezama Lima)
19 mayo 2007
La melancolía es una manera, por tanto, de tener; es la manera de tener no teniendo, de poseer las cosas por el palpitar del tiempo, por su envoltura temporal. Algo así como una posesión de su esencia, puesto que tenemos de ellas lo que nos falta, o sea lo que ellas son estrictamente. (María Zambrano)
17 mayo 2007
Liberado del yugo de la moral, el sexo ya no se vive como el correlato de un deseo sino como una prestación, una gimnasia, una higiene de los órganos que no puede conducir más que a un hastío mortífero. ¿Cómo gozar? ¿Cómo hacer gozar? ¿Cuál es el tamaño ideal de la vagina? ¿Cuál es la longitud correcta para un pene? ¿Cuánto tiempo? ¿Cuántas parejas en una vida, en una semana, en un día, en un minuto? La psicología del condicionamiento y de la alienación sexológica o de intercambio nunca tuvo tanta fuerza como hoy. Tanto es así que asistimos a una amplificación de todas las quejas. Pues cuanto más se promete la felicidad y la seguridad ideal, más persevera la desdicha, más aumenta el riesgo y más se rebelan las víctimas de las promesas incumplidas en contra de aquellos que los han traicionado./ ¿Cómo no ver en esta curiosa psicologización de la existencia que ha ganado toda la sociedad, y que contribuye a la despolitización creciente, la expresión más solapada de aquello que Michel Foucault y Gilles Deleuze llamaron “un pequeño fascismo ordinario”, íntimo, deseado, querido, admitido y celebrado por aquel que a veces es su protagonista y otras veces su víctima? Un pequeño fascismo que nada tiene que ver, claro está, con los grandes fascistas, puesto que se desliza en cada individuo sin que éste se dé cuenta, sin que peligren los sacrosantos principios de los derechos humanos, del humanismo y de la democracia. (Élisabeth Roudinesco)
16 mayo 2007
Yo veo/ sus brazos colgando/ y su mano cortada,/ balanceando la propia bolsa de sus huesos./ ¡Qué hace!/ ¡Deje!/ ¿Está usted en su juicio?/ Dejar que las mejillas/ se cubran de tiza mortal./ Si usted sabía cantar/ como nadie en este mundo./ ¿Por qué?/ ¿Para qué?/ Se encogen asombrados/ los críticos rezongan -Es el vino,/ es aquello/ o lo de más allá./ Y como resultado, mucho vino y cerveza./ Cambiando/ la bohemia por la "clase",/ la clase tendría influencia sobre usted/ y no habría por qué pelear./ ¿Y la "clase" acaso/ calma la sed con limonada?/ La clase no es idiota,/ sabe beber./ Es decir/ si contase con el apoyo/ de algunos de los del Puesto/ tendría otra orientación/ y usted escribiría cada día/ cien estrofas fatigantes y largas/ como las de Doronin./ A mi juicio, realizándose semejante pesadilla/ usted igual se colgaría./ Es mejor morir de vodka/ que de aburrimiento./ No revelarían/ la causa de esta pérdida/ ni la cuerda/ ni el puñal suicida./ Tal vez si hubiese tinta en el hotel Inglaterra/ no tendría razones/ para cortarse las venas./ Los imitadores se alegraron -¡Bis!/ Contra él/ casi un pelotón entero/ pareciera haber realizado el atentado./ ¿Para qué aumentar el número de suicidas?/ Mejor aumentar la cantidad de tinta. (Maiakovsky, a Esenin)
13 mayo 2007
10 mayo 2007
“Algo interno, delicado, nada fácil de definir, se ha quebrado”, escribe Horacio González sobre la Feria del Libro, sin cuidarse de que le cuelguen el cartel de "apocalíptico". Lo que propongo es leer ciertos tramos de su artículo como si, en vez de referirse a la feria, estuviera hablando de un estado de cosas del que la feria es una expresión, exacerbada pero no excepcional: “Quizás [se ha quebrado] un espíritu de medida entre los diferentes usos de la palabra y la letra, entre los distintos planos de interés, entre la festejable y caótica coincidencia, entre los gustos primerizos y los programas de lectura más sutiles, entre la lectura de iniciación y la búsqueda especializada. Algo se ha ausentado, distorsionado. (…) Ese mundo hecho libro, la implícita utopía de Mallarmé (que pese a su esoterismo también le hablaba a la industria cultural), ahora deja escuchar un molesto rasguido interno, un injusto desbalance. Hay una ruptura de las proporciones entre los platillos de la balanza que pesaban al lector clásico y al consumidor del difusionismo televisivo. Esa aguja que vibraba hacia un lado y hacia otro permitía imaginar mezclas y reagrupamientos de públicos. Se dirá que aun así el balance siempre será favorable para los autores, para las editoras, para la industria cultural del libro, pero me permito tener dudas. La Feria se va tornando un campo de experimentación de tendencias publicitarias y de operaciones testeadoras de productos. Si fuera así, en un tiempo que sospecho inmediato, incluso lo que por comodidad narrativa llamamos la “gente”, tampoco saldrá ganando. Todos retrocederemos, lectores, editores, expositores, la propia cultura colectiva del país. Si no tratamos los pormenores, rectificaciones y ajustes de esta silenciosa fractura interna, terminaremos aceptando que un trivializado Espectáculo de consumo sea superior a las antiguas y venerables Ferias.”
09 mayo 2007
08 mayo 2007
“La cultura híbrida global de cyborgs y singularidades que espanta sólo a los pusilánimes que aborrecen del individuo libre”, escribe un paraneodeleuziano que cree necesario justificar su gusto por los jueguitos y convertirlo en algún tipo de superioridad esencial, como si disfrutar con algo que a uno le gusta fuera una virtud, no un derecho. Si eso fuera ser pulsilánime, lo soy, aunque no es precisamente “espanto” lo que siento ante “la cultura híbrida global de cyborgs y singularidades”, sino curiosidad y desconfianza. Mejor pasar por pulsilánime que dar por bueno el verso del “individuo libre”. Como si el individuo libre existiera, como si pudiera existir, en cualquier sociedad. Como si hoy esa creencia, “el individuo libre”, no fuera uno de los principales modos de mantenernos entretenidos y satisfechos, entusiasmados con la portación de la etiqueta de "libertad" de la que somos propietarios (si nuestro poder adquisitivo lo permite), con la vanidad bien alimentada y sin que ninguna aspiración a que las cosas sean de otro modo perturbe tanto estar bien con uno mismo.
07 mayo 2007
“La cultura híbrida global de cyborgs y singularidades que espanta sólo a los pusilánimes que aborrecen del individuo libre”, escribe un neodeleuziano de última generación que, para justificar su gusto por los jueguitos, considera necesario desautorizar a quienes tienen otras preferencias, como si disfrutar con algo que a uno le gusta fuera una virtud, no un derecho. ¿Así que eso era ser pulsilánime? En ese caso lo soy, aunque no es precisamente “espanto” lo que siento (más bien, son los tipos como él los que me parecen los verdaderamente espantados, si bien no ante alguna nueva forma de cultura sino ante la irreparable vaciedad de la existencia). Mejor pasar por pulsilánime que conformarse con una “libertad” tan cercana a la idiotez autosatisfecha y la renuncia. Lo que no me van a hacer comprar, en todo caso, es el verso del “individuo libre”. Como si el individuo libre existiera, como si pudiera existir, en cualquier sociedad pero muy especialmente en esta. Como si ese slogan, “el individuo libre”, no fuera hoy, al menos en los sectores sociales que están en condiciones de adoptarlo, el principal anzuelo para mantenernos enganchados al servicio del poder, esclavizados y felices, embobados en la contemplación de la "libertad" que nos vendieron, gozando la vanidad que nos regalan, como premio consuelo, por no aspirar ya a que las cosas sean de otro modo.
06 mayo 2007
Petras, que se ha distanciado del MST por su "pragmatismo", parece no querer asumir que para los sin tierra es positivo el triunfo de Lula, aun sabiendo que no va a promulgar la reforma agraria. Para ese movimiento, que incluye a dos millones de personas en cinco mil asentamientos rurales, no todo puede resumirse en la ruptura con el capitalismo y el no pago de la deuda, entre otras cosas porque tiene que asegurar día a día un mínimo de alimentación a sus miembros. Y, sobre todo, porque su carácter antisistémico no pasa por "hacer un llamado a la expropiación del capitalismo" sino por intentar sobrevivir –a pesar y dentro del sistema– intentando no reproducirlo, lo que implica alentar nuevas formas de trabajar, de autoeducarse, de cuidar la salud y un sinfín de cuestiones que hacen a la vida cotidiana. Y que tienen escasa relación con el discurso. La teoría revolucionaria clásica ha sido puesta en cuestión por la práctica de unos cuantos movimientos (sobre todo los indígenas de Chiapas y Bolivia y los sin tierra, pero cada vez más por las feministas y otras supuestas "minorías") en un punto clave: la exigencia de una "ruptura" con el ancien régime como eje en torno al que deben giran los cambios. La lógica binaria reforma-revolución ha dejado de funcionar hace tiempo para explicar el carácter de los procesos sociales. (Raúl Zibecchi)
04 mayo 2007
Se escribe para sostener el mundo, y se lee. Para hacer que exista. Para que, al darle palabras, se aparte de la insignificancia de la que el mundo y cada uno de sus seres estamos hechos, igual que estamos hechos para el hueso seco y la fosa. Y que, al entrar en palabra, la insignificancia signifique, se rebele contra su fatalidad.
03 mayo 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)