16 mayo 2007


Yo veo/ sus brazos colgando/ y su mano cortada,/ balanceando la propia bolsa de sus huesos./ ¡Qué hace!/ ¡Deje!/ ¿Está usted en su juicio?/ Dejar que las mejillas/ se cubran de tiza mortal./ Si usted sabía cantar/ como nadie en este mundo./ ¿Por qué?/ ¿Para qué?/ Se encogen asombrados/ los críticos rezongan -Es el vino,/ es aquello/ o lo de más allá./ Y como resultado, mucho vino y cerveza./ Cambiando/ la bohemia por la "clase",/ la clase tendría influencia sobre usted/ y no habría por qué pelear./ ¿Y la "clase" acaso/ calma la sed con limonada?/ La clase no es idiota,/ sabe beber./ Es decir/ si contase con el apoyo/ de algunos de los del Puesto/ tendría otra orientación/ y usted escribiría cada día/ cien estrofas fatigantes y largas/ como las de Doronin./ A mi juicio, realizándose semejante pesadilla/ usted igual se colgaría./ Es mejor morir de vodka/ que de aburrimiento./ No revelarían/ la causa de esta pérdida/ ni la cuerda/ ni el puñal suicida./ Tal vez si hubiese tinta en el hotel Inglaterra/ no tendría razones/ para cortarse las venas./ Los imitadores se alegraron -¡Bis!/ Contra él/ casi un pelotón entero/ pareciera haber realizado el atentado./ ¿Para qué aumentar el número de suicidas?/ Mejor aumentar la cantidad de tinta. (Maiakovsky, a Esenin)