06 mayo 2007


Petras, que se ha distanciado del MST por su "pragmatismo", parece no querer asumir que para los sin tierra es positivo el triunfo de Lula, aun sabiendo que no va a promulgar la reforma agraria. Para ese movimiento, que incluye a dos millones de personas en cinco mil asentamientos rurales, no todo puede resumirse en la ruptura con el capitalismo y el no pago de la deuda, entre otras cosas porque tiene que asegurar día a día un mínimo de alimentación a sus miembros. Y, sobre todo, porque su carácter antisistémico no pasa por "hacer un llamado a la expropiación del capitalismo" sino por intentar sobrevivir –a pesar y dentro del sistema– intentando no reproducirlo, lo que implica alentar nuevas formas de trabajar, de autoeducarse, de cuidar la salud y un sinfín de cuestiones que hacen a la vida cotidiana. Y que tienen escasa relación con el discurso. La teoría revolucionaria clásica ha sido puesta en cuestión por la práctica de unos cuantos movimientos (sobre todo los indígenas de Chiapas y Bolivia y los sin tierra, pero cada vez más por las feministas y otras supuestas "minorías") en un punto clave: la exigencia de una "ruptura" con el ancien régime como eje en torno al que deben giran los cambios. La lógica binaria reforma-revolución ha dejado de funcionar hace tiempo para explicar el carácter de los procesos sociales. (Raúl Zibecchi)