Cerébrense los cautos,/ las margaritas del jarrón,/ su esfuerzo para ver./ La verdad no tiene miembros,/ su actividad económica/ no conoce la niebla ni el pavor,/ escarba su jilguero./ La vastedad salvaje del ser/ obedece órdenes tristes,/ copias de su fulgor,/ abrazos de la caridad. (
Juan Gelman)