03 marzo 2012


¡Quién me concediera oir de alguien la voz humana/ Confesando no un pecado sino una infamia;/ Contando, no una violencia, sino una cobardía!/ No, son todos el Ideal, si los oigo y me hablan./ ¿Quién hay en este ancho mundo que me confiese que una vez fue vil?/ Oh príncipes, mis hermanos,// ¡Arre, estoy harto de semidioses!/ ¿Dónde hay gente en este mundo?// ¿Entonces sólo soy yo el que es vil y equivocado en esta tierra? (Pessoa)