22 marzo 2012


La ausencia de contenido –de una visión del mundo– se reemplaza por la sobreabundancia de escenografías. El orador embellece (y el verbo no es gratuito) su discurso, porque no le pedirán ideas, sólo le exigirán abundancia de esdrújulas, citas prestigiosas y fe en el hombre, la música verbal que decora la ausencia de ideas. (Carlos Monsivais)