El pretendido lenguaje científico, al insistir en la ciencia del Árbol, desmembra, separa. La poesía, al reunir lo aparentemente contrario, restaura con el poder de su amor la unidad de todo lo que vive, muestra a la Tierra como un gran arcángel que late y respira. La poesía redime el pecado aceptándolo. (
H.A. Murena)