31 marzo 2012
El lenguaje tiene necesariamente un conjunto de
armazones y de durezas que nos permiten hablar fluidamente. Hablamos
fluidamente porque tenemos respuestas ya preparadas y organizadas como clisés
necesarios, arquetipos de nuestro asistente idiomático, pero tenemos que hacer
un esfuerzo en algún momento por superar esos arquetipos que guían nuestra
vida. Es verdad que no podemos andar en el subte pidiendo permiso y empujando
los viajeros que tenemos al lado con invenciones idiomáticas, para eso el
lenguaje cotidiano tiene preparado varias interjecciones y otras fórmulas, pero
estando en determinadas situaciones, y creo que este es un momento del país
así, en el que son posibles más transformaciones, habría que hacer un esfuerzo
de imaginación. Y hablo de transformaciones que no exceden el reformismo, no es
que se pida más. Pero esa posibilidad de reformismo que beneficia a miles de
personas a veces se ve demorada por problemas lingüísticos, por el encontronazo
entre personas por acatamiento a tradiciones políticas que ya dieron lo suyo y
que deben ser absolutamente renovadas. Parece mentira lo que digo pero es así.
La cuestión cultural no es una mera superestructura, sino es el lenguaje que
hablamos permanentemente y que nos hace sujetos de una estructura. Entonces
tenemos que analizar esas cosas para ser instrumentos o agentes más fieles de
lo que pensamos. (Horacio González)