17 marzo 2012


Nuestro silencio y el silencio del mundo, tan musicales, ah, tan musicales,/ en sus primeras zonas. Porque en cuanto descendemos más nos sorprende el grito de la vida./ La vida grita, hermanos, en lo profundo del mundo y de nosotros mismos./ La vida herida grita y es inútil nuestro intento de eludir el grito/ en el adorable y reposante refugio de nuestra soledad o de nuestra comunión con las criaturas secretas del mundo. (Juan L. Ortiz)