07 diciembre 2006


El crudo tiempo, la muerte acechante, la vida pisoteada, el desarraigo y el dolor fueron perdiendo su cualidad "literaria" y así las palabras, sin abandonar, creo, la tendencia irremisible a la belleza, se cargaron del horror de un mundo muy diferente del que me había forjado con lo que tuve en los queridos libros iniciales. Y el amor inspirador se facetó o mejor, quedó residiendo en los vidrios rotos acerca de los cuales, una vez, contemplando una ventana, había escrito, sin saber entonces, qué peso cobraría muy poco después ese "pedacito de vidrio" faltante. (Susana Cella)