01 diciembre 2006


Hay cantores que tienen oportuno el rapto/ inevitablemente, como otros triste el vino;/ y otros que estadísticamente aman al prójimo/ en edición puntual, de oral o escrita arenga;/ quien más tiene la elocuencia, pronta y pública, de maldecir la falta/ de alegría y justicia, que vocación discreta/ por conquistar ardua alegría por lo pronto,/ y luego generosidad de su alegría/ y brazo y reflexión constantes, firmes,/ para hacer en relegadas filas anónima justicia/ con constructores, no con destructores./ Hay quien histriónica recitación vocea,/ eficaces y efímeros entusiasmo y embriaguez procuran,/ y excesiva modestia los lleva a trocar prestos/ la innominada perduración de sus canciones/ por la frágil memoria de su nombre./ Sólo aquel que se crea, puede y quiere creación,/ no manifiesto, y sólo aquel que habla consigo/ dialoga de verdad, mas quien dialoga, dialogará con muchos todos/ poco a poco, ya que hay tanto tiempo para los hombres. (César Mermet, de “Reverencia a Orfeo”)