26 octubre 2012
Arribado a través del triunfo o la derrota, cada cual tiene un particularísimo estilo para afrontar esa franja que causa vértigos. Hay quien decide negarse a sí mismo la experiencia y continuar tal como lo hacía, aunque en secreto será corroído. Está aquel que reconoce la zona, pero se empeña en querer adueñársela mediante la red de esos pre-juicios que él toma por juicios./ Puede existir también aquel que, aun estremecido, tiende su ser para oír, hacerse de algún modo digno del misterio. Sin embargo, al tocar esa orilla de la vida, allí donde existiendo parece dejarse de existir, todos experimentan sin excepción algo: tienen una suerte de vago recuerdo, el recuerdo de la orilla anterior, cuando aún no se existía, orilla que en apariencia habíamos olvidado antes de rozar esa franja. (H. A. Murena)