No es suficiente evitar simplemente sentirse desanimado cuando llega una prueba. Cuando llega una desgracia, el Samurai debe alegrarse y aceptar la suerte que le es ofrecida para poder emplear así su energía y su valentía. Tal actitud difiere radicalmente de la simple resignación. Cuando la marea sube, el barco flota... (
Libro del Samurai)