14 octubre 2012


Hace tiempo que la política argentina es en verdad una metapolítica, una política que ya no es de primer grado, sino una política que se hace sobre las ruinas de la anteriorforma de hacerla. Si antes se discutía sobre la orientación de lasinstituciones y el lenguaje, hoy se discute para resquebrajar esas cosas pordentro. Es la hipótesis no escrita de la larga agonía. Por eso es evidente que no hay que gastar la rápida expresión “golpismo”, señalando con ella lo que ocurre, porque lo que ocurre lo es aunque de otra manera. Siendo de este modo, la palabra golpismo hay que interpretarla también de otra manera. No lo es en su tipo de acción conspicua, pero sí en sus maniobras invisibles. Tiene una característica a la que no vale situar como una conspiración, precisamente por haberse sumergido glutinosamente en una parte sombría de la lengua nacional. Podemos decirla en su parte de verdad, pero no la interpretaremos a fondo si no hundimos nuestro propio pensamiento en el modo en que se tejieron los hilos invisibles de una lengua recóndita, sin rostro ni forma, que percute todo el día en las ciudades. ¿Pero no estamos aún a tiempo de indicar cómo funciona esa lengua del ultraje, invisible con su serpentina antidemocrática? (Horacio González)