10 octubre 2012


La trama social vive siempre, y ahora más aún, de un excedente de signos. Nunca alcanzan las instituciones establecidas para interpretarlos. Ese excedente es el golpismo sin centro o con un opaco núcleo central donde se sospecha que se puede ir más allá de todo. Ese sentimiento, que suele adjudicársele al Gobierno –“vamos por todo”–, existe solamente en lo que aquí llamamos golpismo sin sujeto, la trastienda real de las sociedades mediáticas, naturalmente definibles como un atraco y ficcionalización permanente de símbolos, donde del justificable pliego de condiciones de cualquier grupo reivindicante se pasa enseguida a la aureola imprecisa del efecto faccioso sobre las instituciones. (Horacio González)