Cualquier humano llega en determinado momento a la
zona en la que no hay respuestas. Se la encuentra a través de todo camino: las
pasiones, el pensar, el ocio, etcétera. La zona sin respuestas es aquella en la
que el sentido que hasta entonces atribuíamos a nuestras vidas se derrumba,
queda nulificado, es la zona en que descubrimos que los problemas que habíamos
creído resolver se hallan de verdad enraizados en el misterio, inviolable por
nuestro arbitrio, inercia, pensar. (
H. A. Murena)